sábado, 16 de mayo de 2015

Mayall antes de los Bluesbreakers (2)

El primer disco que escuché de John Mayall fue The Turning Point, el undécimo que grabó, éste en vivo en el Fillmore East neoyorkino en julio del 69. Era uno de los muchos elepés de los hermanos mayores de mi amigo José, que él y yo empezamos a devorar medio a escondidas a partir, más o menos, de la primavera del 74. Para entonces Mayall ya tenía otros cuantos discos, pero ninguno de ellos llegó a mis oídos hasta unos años después, cuando ya en la universidad me fui aficionando más en serio al blues rock británico y descubrí que ese señor había sido poco menos que el padre de mis admirados Clapton y compañía. Con motivo de estos posts, llevo unos días aprovechando para repasar su larguísima discografia y apreciar con algo más de orden los distintos estilos de blues que ha tocado. Entre los más de ochenta álbumes que ha publicado –contando discos de estudio, en vivo, compilaciones, etc– hay uno de 2000, Time Capsule en el que a los 66 tacosrecupera grabaciones de los años de Manchester, hechas con un aparato portátil monofónico, que más de cuatro décadas después han sido digitalizadas (el sonido es atroz). Se trata de un disco raro que se comercializó por un tiempo sólo a través de la web de Mayall, pero de indudable valor para acompañar este relato.

Me quedé hace unos días con el regreso de John a Manchester y su inscripción en el College of Art, del que se graduaría en 1959, con veintiséis años. Para entonces ya estaba casado con Pamela y tenía que buscarse la vida con trabajos menos azarosos que la música, así que obtuvo empleo como tipógrafo y luego de director de arte de una compañía de diseño gráfico. Pero, al mismo tiempo, se dedicaba a tocar blues por los locales de la ciudad. El primer grupo, formado con su amiguete Peter Ward mientras todavía estaban en el college, fue Powerhouse Four. John cantaba y solía tocar el piano –pero no sólo, también la guitarra y el arpa– con Peter en la batería; el resto de integrantes fue variando, participando varios músicos locales, como Ray Cummings (guitarra eléctrica), Roger Woodburn (guitarra acústica) o Ricky Blears (bajo), ninguno de los cuales ha dejado huellas significativas en la música británica. Naturalmente, el alma y líder indiscutible era Mayall, quien imponía un estricto control estilístico sobre la música del grupo. Desde adolescente coleccionaba casi obsesivamente discos de blues –encargando muchos de ellos por catálogo a los USA– y se pasaba noches en vela colgado de las emisoras norteamericanas. Así que a su vuelta de Corea, con su primera guitarra eléctrica comprada en Japón, era todo un experto en blues y tenía absolutamente claro que ésa era la música que quería hacer. Cuando hacia finales de los cincuenta comenzó a imponerse el primer rock, Mayall se negó a plegarse a la moda; le parecía que era un paso atrás a partir de la música que le interesaba y él lo que quería era ir hacia adelante.


Con los Powerhouse Four Mayall fue adquiriendo un cierto renombre en Manchester durante la segunda mitad de los cincuenta. Esta fama le llevó a dirigir unas jam sessions en un club de Wythenshawe orientadas a los jóvenes aspirantes a bluesmen. Por cierto, Wythenshawe es un distrito en el Sur del área metropolitana de Manchester que tiene cierta importancia en el urbanismo europeo porque fue donde se llevó a cabo –iniciada a mediados de los años veinte– una de las más grandes actuaciones de vivienda pública, a partir de un diseño de "ciudad-jardín", para realojar a un altísimo número de familias que habitaban los barrios miserables de la vieja ciudad industrial (ésa que tan bien describió Engels).

No puedo fechar con precisión la muerte de esa primera banda escolar y la aparición del siguiente grupo, con más ínfulas profesionales, que se llamó The Blues Syndicate, pero en el 62 ya actuaba con regularidad, preferentemente en el principal club de jazz de Manchester, el Bodega, en el 15 Cross street, enfrente del Royal Exchange, un espectacular edificio del XIX muy dañado tras los bombardeos de la II Guerra (y en el 96 por una bomba del IRA) y reconvertido a teatro en los setenta. En cambio, del edificio en que se situaba el club de jazz no queda nada, en su lugar se levanta un gran centro comercial, en cuyos bajos hay una sucursal del Banco de Santander. El local funcionaba desde mediados de los cincuenta y –cómo no– estaba orientado al Trad Jazz que tanto molestaba a John. Sin embargo, con la nueva década y la irrupción de los rockers, The Bodega comenzó a dar cabida a nuevos sonidos, y los Blues Syndicate se convirtieron en "banda residente" del club. Mayall incluyó a Ray Cumings, el único superviviente de los Powerhouse Four (guitarra principal) y fichó a John Rowlands (trompeta), Jack Masarak (saxo tenor) y Hughie Flint (batería) que era uno de los chicos de las jam sessions de Wythenshawe. Probablemente, Mayall no estaría en el grupo más de unos meses, porque a principios del 63 se mudó a Londres. A su marcha el "Sindicato" siguió vivo durante algún tiempo, orientándose más hacia el jazz que era lo que de verdad les gustaba (John Rowlands, por ejemplo, aceptó unirse al "bluesmaniaco" de Mayall para ensayar algún tipo de fusión con el blues que le permitiera interpretar un jazz "más moderno"). Pero no debieron durar mucho antes de disolverse definitivamente.
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Mientras tanto, en Londres las cosas estaban cambiando. Como ya he contado, la escena londinense de los cincuenta la ocupaban casi absolutamente los músicos del llamado Trad Jazz. Uno de ellos, Chris Barber (1930) era un espíritu inquieto, atento a todas las corrientes e influencias musicales y empeñado –con éxito– en traer las movidas estadounidenses a Inglaterra. Contar las actividades de Barber durante esa década es imprescindible para entender la irrupción del blues rock en Gran Bretaña, pero para ello necesito otro post. Saltándonos pues los antecedentes, digamos que a finales de 1961 –después del shock que supuso la primera gira inglesa de Muddy Waters a quien Barber acompañó en varias sesiones de blues–, Chris pensó que sería buena idea dedicar una media hora de sus actuaciones en el Marquee a lo que llamó "intervalos de blues", cantados por Ottilie Patterson –su mujer y vocalista de la banda– y acompañados con la guitarra eléctrica de Alexis Korner –y también Cyril Davies y su armónica–. A partir de ahí la popularización del blues eléctrico se aceleró: casi enseguida, Korner formaría Blues Incorporated (grupo también incubadora de numerosos nombres célebres del rock británico), abriría en marzo del año siguiente el ya reseñado Ealing Jazz Club, impulsaría las actuaciones de blues ... Esas sesiones del Marquee dieron bastante que hablar; la revista Melody Maker les dedicó un impactante artículo, resaltando la herejía de meter amplificadores en conciertos de jazz para tocar blues eléctrico. Mayall, al leer ese número en Manchester se dijo: vaya, la música que hago; quizá ahora a la gente le interese en lo que ando metido desde hace tantos años.


Una noche de 1962 –cuya fecha exacta todavía no he podido determinar– Alexis Korner y los Blues Incorporated actuaron en The Bodega de Manchester. Si fue antes de noviembre, también estaría Cyril Davies; si fue después, faltaría además Charlie Watts (futuro Rolling Stone) y en cambio se habrían ya incorporado dos fichajes de fama: Jack Bruce (bajo) y Ginger Baker (batería), los dos que en pocos años formarían Cream con Eric Clapton. Lo importante es que en esa velada tocaron Alexis con su grupo y John con el suyo, se conocieron, se gustaron y surgió el buen rollito. Sin demasiadas precisiones, en varias fuentes leo que Korner le animó a que se mudara a Londres y Mayall se dejó convencer de algo que seguro que deseaba con toda su alma; por eso hay que pensar que habría además alguna promesa por parte de Alexis de mover sus contactos para introducirle en los circuitos de blues de la capital. La primera actuación londinense –aunque fue en Windsor, que no es Londres pero casi– de John, anunciándose aún con The Blues Syndicate fue en el Ricky-Tick, por entonces recién abierto en el Hotel Star&Garter. Ese club –que tuvo varias sedes durante los sesenta– es otro de los locales míticos del rock británico y en él transcurre una escena de Blow-Up (Antonioni, 1966): los Yardbirds en el escenario mientras David Hemmings (el fotógrafo) busca a Vanessa Redgrave. Cuenta Philip Hayward, que era gerente del Ricky-Tick, que Korner se lo recomendó: es un buen tipo que se hace sus propios instrumentos, parece que le dijo, ofrécele veinte libras y tocará.

 

En enero de 1963 Mayall se muda definitivamente a Londres, acompañado de Peter Ward, su leal amigo del college. Tras mis últimos fisgoneos, tengo ya bastante claro que no fue en ese mes cuando contacta con el muchacho con bajo de Ealing. Han de pasar unos meses durante los cuales John, con el apoyo de Korner, se dedica frenéticamente a tocar y conocer gente. Tocaba en cualquier local (Klook’s Kleek, Eel Pie Island) pero el preferido era el Flamingo, porque abría todos los días y solía mantener jam sessions durante toda la noche. Mayall tocaba con cualquiera de los músicos que aparecían, de modo que esas sesiones infinitas cumplían la función de introducirle en el mundillo y también de permitirle seleccionar los componentes para la banda que quería formar. Serían cuatro: un guitarra, un bajo, un batería y él como cantante además de teclado y lo que hiciera falta, que para eso dominaba casi cualquier instrumentos. El batería, claro, había de ser su amigo Peter (Ward), pero la guitarra y el bajo fueron cambiando de titular durante los primeros meses del 63 hasta que fichó a Bernie Watson (proveniente de la Cyril Davies and his R&B Stars) y a nuestro amigo John. Esa sería la primera formación “estable” de los Bluesbreakers, aunque calificarla así peca de exagerado porque si algo caracterizó al grupo fue el incesante cambio de miembros entre disco y disco. Su debut por todo lo grande –ya lo he contado– fue en el Marquee Club, el 4 de noviembre de ese año, como teloneros de Manfred Mann.

3 comentarios:

  1. SiB.B. King ha muerto ya todo está permitido...

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    1. Otro que se va. Hace unos meses iba a escribir sobre él; ahora que se ha muerto me da un poco de reparo. Al menos le he dedicado dos posts a Mayall antes de que le espiche (tiene 81).

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    2. En la prensa diaria, en los periódicos, vaya, es costumbre tener redactados por anticipado los obituarios de los ilustres...

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