miércoles, 5 de octubre de 2016

Charla con un militante socialista

Hablaba ayer con un militante socialista, llamémosle Ramón. Ramón aún no llega a los cuarenta pero ya lleva años en el partido, desde antes de los dieciocho. Su adhesión al PSOE es completa y absolutamente emocional, lo que le imposibilita el mínimo distanciamiento crítico; me recordaba al fanático de un equipo de fútbol, por ejemplo. De otra parte, tiene profundamente arraigado el respeto casi religioso a los órganos jerárquicos así como la adoración a las figuras de un santoral laico al que le atribuye los más grandes milagros. Este hombre, supongo que como muchos militantes, odia visceralmente a los de Podemos no tanto porque su irrupción haya quitado votos al PSOE, sino fundamentalmente porque estos chicos han pisoteado sacrílegamente sus preciados ídolos. Hasta hace apenas un par de semanas, Ramón defendía con fe ciega la actuación del Secretario General, modelo a la vez de honestidad y sagacidad política. Pero desde el pasado sábado el pobre está desconcertado, hundido anímicamente. Han sido los propios compañeros, los más ilustres de los militantes, quienes se han acuchillado entre sí, desgarrando internamente el Partido. Ramón lleva unos días muy triste, sin poder disimular su abatimiento –se le ve cabizbajo y callado, él que eran muy dichacharero–, la verdad es que da pena. Ayer, como he dicho, hablé con él; salimos juntos al desayuno de media mañana. Por primera vez quería escucharme, no oponía un rechazo frontal a toda opinión que cuestionara la sacralidad de sus dogmas o de sus santones. Se me ocurre que como Ramón deben sentirse muchos militantes del PSOE. Al igual que su propio partido, están sufriendo una “crisis de identidad”, les han derrumbado pilares importantes de sus estructuras ideológicas, de sus convicciones más caras. Estas crisis, como cualesquiera, aunque dolorosas son oportunidades de maduración, de regeneración, de fortalecimiento interno. Sin embargo, la experiencia demuestra que muchos de quienes las viven (a casi todos nos toca más de una durante nuestras vidas) no saben aprovecharlas, prefieren sustituir lo antes posible las convicciones demolidas por otras nuevas, prestadas por otros y asumidas acríticamente. Veremos cómo sale de ésta Ramón, veremos cómo sale el propio Partido Socialista. Ahora resumo las que fueron mis opiniones a las cuestiones que me planteó ayer.

¿Volverá el PSOE a ser lo que ha sido? Se refiere, claro, a lo que él ha conocido, al partido de su niñez con Felipe González al frente, a la que era la única opción “útil” de los votantes de izquierda. Yo creo que no, pienso que el modelo de tan marcada alternancia bipartidista que ha primado en España desde la disolución de UCD no va a mantenerse a medio plazo. De otra parte, es natural que se derrumbe; lo forzado es aguantar a una mayoría muy relevante del electorado en solo dos bloques. Lo que no creo (quizá porque me cuesta imaginarlo) es que la desaparición de lo que se ha mal llamado bipartidismo suponga el derrumbamiento del régimen como siguió al hundimiento de los cutres partidos de la monarquía Alfonsina. Por cierto, por esos años (hace ya un siglo), el PSOE y otros más, podrían haberse calificado en terminología de hoy como “antisistemas”. El PSOE, por tanto, tendrá que acostumbrarse a que por su izquierda se vaya consolidando otra formación que le dispute la primacía. En cambio, no parece que vaya a ocurrir lo mismo por la derecha. Así que, a corto-medio plazo, es fácil prever la consolidación de tres grandes fuerzas de ámbito estatal más los nacionalistas. En ese marco, la supervivencia y fortalecimiento relativo del PSOE dependerá, a mi modo de ver, de su capacidad para redefinir su identidad ideológica. Parece que lo que ya tienen claro es que se llama socialdemocracia, aunque los nombres no me dicen demasiado, dada la flexibilidad con que albergan los más diversos contenidos. En esa redefinición tendrán enfrente, tratando de quitarles espacio, a los de Podemos y los socialistas tendrán que saber conjugar el necesario marketing electoralista para no perder comba ante los de Iglesias, sin caer en la tentación de supeditara aquél las discusiones ideológicas. Tarea que requiere gente con buenas cabezas y dotes de liderazgo, que no es fácil señalar en estos momentos en el PSOE. Yo intuyo que aparecerán, lo que no sé es cuándo. Y del cuándo depende en gran medida lo que dure la recuperación, incluso que ésta pueda iniciarse (no vaya a ser que se muera el paciente).

¿Felipe González? Ramón fue uno de los indignados con las alusiones a la cal viva de Pablo Iglesias, aunque ni él ni la gran mayoría de las caras del PSOE de esta última etapa vivieron (como adultos) aquellos años. Pero ahora lo ha visto como el demiurgo que de pronto activa las fuerzas del mal en el interior del partido. Felipe hace mucho tiempo –yo diría que desde el famoso vigésimo séptimo congreso– que tiene muy asumido cómo funciona el Poder y dónde está él. Desde luego, lo mejor que podría hacer el PSOE es librarse de él, pero me temo que ni van a atreverse ni él se va a dejar. Y mientras siga sobrevolando el partido, éste vivirá en régimen de libertad vigilada.

¿Abstención o terceras elecciones? A estas alturas y con los plazos constitucionales, si yo fuera militante (incluyendo a los dirigentes) del PSOE no lo dudaría: abstención y evitar a toda costa las terceras elecciones. Mientras que, a diferencia del discurso oficial de los socialistas, yo no comparto que Podemos fuera culpable de que en la pasada legislatura no se formara el gobierno de Pedro Sánchez (el PSOE no quería el pacto), ahora sí les achaco una gran cuota de responsabilidad en el más que probable inminente gobierno del PP; estaba en su mano impedirlo y demostrar generosidad y largueza de miras, peor no ha sido así. En todo caso, entrar en una nueva contienda electoral es lo peor que puede ocurrirle al PSOE; y no tanto por los previsibles nefastos resultados electorales, sino porque imposibilitaría la urgente y necesaria labor de recuperación. Creo que hay que ser muy miope para no darse cuenta de que ir a terceras elecciones es poner al PSOE al borde del precipicio, si no empujarlo directamente al vacío. Por eso no logro entender que tantos líderes sigan manifestando que hay que mantenerse en el “no es no” o, al menos, consultar a la militancia. Como no dudo de que quieran al PSOE, de que sean leales militantes, he de concluir que son tontos.

¿Volverá Pedro Sánchez? Es que Ramón es “pedrista”; primero lo fue por su ciego respeto al cargo, pero tras los incidentes recientes su adhesión la ha personalizado al identificarse con el icono del secretario general elegido por las bases y traicionado por los barones. Yo lo tengo clarísimo: no, no volverá. Dice que quiere presentarse de nuevo a las primarias, en la confianza de que la mayoría de los militantes (Ramón entre ellos) lo apoyará. Pues estoy seguro de que no habrá primarias hasta que quienes mandan tengan claro que Pedrito no se va a presentar, por las buenas o por las menos buenas. Es más, por su propio bien, más le conviene saber cuáles son sus límites, aceptar lo que hay y ponerse al servicio del Partido, contribuir justamente a hacer (al menos a corto plazo) todo lo contrario de lo que ha venido haciendo en los últimos meses.

Para media horita en el bar, la conversación dio de sí. Por cierto, a cambio de mis opiniones, Ramón me confesó algunos chismes preocupantes del PSOE isleño; tampoco en el ámbito regional tienen un futuro demasiado prometedor.

  
Everything is broken - Ben Sidran (Dylan Different, 2009)

9 comentarios:

  1. Como sé que muchas veces te has valido en anécdotas ficticias, pero verosímiles, sólo puedo decir aquello de "se non è vero, è ben trovato". Me ha gustado especialmente la metáfora de Felipe González como pájaro de mal agüero.

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    1. Ya tengo la misma fama que Pedro y el Lobo, y no te atreves a opinar por si no ha habido ninguna conversación. Pero, Ozanu, qué más da. Al fin y al cabo, éste en el que estamos es uno de los muchos universos paralelos (y también para lelas, no vaya a parecer discriminatorio).

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  2. Una de las pocas cosas que han evolucionado, creo, dentro del PSOE de forma alentadora es el descenso del culto a Felipe Gozález, ya no hay felipistas, creo, aunque la sombra de esta reina madre dle PSOe sigue planeando efectivamente como ave de mal agüero. Ya lo dijo Orwell: el poder no es un medio, sino un fin, y González lo sabe muy bien. En cuanto a su agenda oculta (GAL, enriquecimiento, nepotismo, Etc.) ahí sigue

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    1. Sí, ahora que el objeto de sus maquinaciones han sido ellos, o uno de sus inexplicables totems -el pobre Pedrito, digo- parece que los militantes socialistas han caído en la cuenta de que Felipe González no es tan guay como lo creían. Nunca es tarde, aunque personalmente habría apreciado más que se hubieran dado cuenta hace treinta años, por ejemplo, cuando la guerra sucia. Pero entonces estaba muy bien todo lo que hiciera, visto que los enterrados en cal viva no eran del partido. Este pequeño retraso en la percepción es lo que me hace escuchar con poca simpatía las actuales jeremiadas de la base socialista contra el malvado González. Y en realidad, lo que me impide mirarlos con escasa simpatía, en general.

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    2. Quiero decir, en resumen, que a mí este descenso del culto a Felipe, producido cuando y por lo que se ha producido, no me resulta nada alentador, sino todo lo contrario. Si ha de ser sustituído, como parece, por un nuevo culto a Sánchez, lo que de hecho me resulta es un deterioro objetivo del objeto de culto. Aquel, por lo menos, era malo pero no imbécil.

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    3. ¿El odio es pecado? Desde luego es una deformación simétrica a la adoración

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    4. Tu repentina consulta teológica me deja un tanto desubicado. Ignoro si el odio, en sí, es pecado. Desde luego lo son los actos a través de los que se satisface. En cualquier caso, el odio es un sentimiento destructivo, en primer lugar para el sujeto que lo alimenta y en segundo -si se le da expresión- para quienes son objeto de él.

      Aprecio en la pregunta una posible sugerencia de que yo odie al PSOE, a sus militantes, a Felipe González o a Pedro Sánchez. No hay tal. Ninguna de estas instancias me merece un juicio favorable, desde luego, aunque no en igual medida. Pero que los juzgue mal, en general, no tiene nada que ver con que los odie. Hasta ahí podíamos llegar. Con lo cansado, dañino e inútil que es odiar, iba yo a derrochar el esfuerzo de hacerlo, y a arrostrar sus riesgos, por semejante gente...

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    5. "El Poder no es un medio sino un fin, el fin en sí mismo". Son en efecto palabras de Georges Orwell pero puestas en boca de O'Brien, el cínico funcionario del Partido. Lansky me ha hecho recordar el famoso diálogo de O'Brien con Winston sobre el Poder y los objetivos del Partido y lo mucho que me impresionó la primera vez que leí 1984. "El poder se manifiesta haciendo sufrir", espeluznante. La verdad es que es más que probable que Felipe González crea que es así y actúe en consecuencia, le cuadra mucho. Sin embargo, quiero creer que Orwell no lo pensaba o, al menos, guardaba una mínima esperanza: el poder tiende a convertirse en un fin en sí mismo, pero no debemos olvidar que es un medio, no un fin. Por tanto, uno de los requisitos de todos sistema de gobierno debe ser tratar de evitar que se cumpla la máxima de O'Brien. Aunque quizá ya sea demasiado tarde.

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  3. Pedro Sánchez estudió Económicas y obtuvo la licenciatura en 1995, con 23 años. Ya para entonces estaba afiliado al PSOE (desde el 93). En el 97 se fue a hacer un máster a Bruselas, y ahí su militancia socialista le valió para que lo contrataran como asesor en el Parlamento Europeo y luego como jefe de gabinete del Alto Representante de Naciones Unidas en Bosnia, Carlos Westendorp, durante la Guerra de Kosovo; cuesta creer que esos puestillos de trabajo los consiguiera por sus probado méritos profesionales. De vuelta en España ya se vuelca a la actividad política y, a pesar de su juventud, le postulan para distintos cargos. Así pasa a ser consejero de Caja Madrid y después concejal (en la oposición) del Ayuntamiento de Madrid entre 2004 y 2009. Ese año pasó a ocupar escaño en el congreso por la renuncia de Pedro Solbes a su acta. Entre 2011 y 2013, tras no salir elegido al Congreso, tuvo un descanso de la política y acabó sus tesis doctoral y trabajó como consultor para un consorcio privado europeo (qué raro suena) y como profesor universitario. En 2013 volvió al Congreso (de nuevo por renuncia de otro diputado, Cristina Narbona) y en junio de 2014 fue elegido, tras las primarias, nuevo secretario general del PSOE.

    Valga este resumen biográfico (obtenido básicamente de la Wikipedia) para concluir que Pedro Sánchez es uno de esos ejemplares de político profesional, que no tiene dónde volver porque nunca ha estado en otro sitio que no fuera la política.

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