domingo, 22 de noviembre de 2009

Ventajas e inconvenientes del autoestop (10, 11 y 12)

5:01

Un ángel del infierno en su Harley frena derrapando. La moto queda cruzada junto al arcén, la apoya tras sacar el soporte, se inclina hacia atrás sobre el sillín, luego se despereza, y me extiende una mano grasienta y llena de cicatrices. –¿Cómo estás, hermano? ¿De dónde vienes? ¿A dónde vas? Me estrecha la mano con extrañas sacudidas, seguramente algún código californiano. Siento crujir los huesos. –Que tengas un buen día.

Una ama de casa de Encino, cuyo marido está en el golf con su libro de reglas, frena y da media vuelta para echarte una segunda mirada. Lanzas el sedal y el pez muerde el anzuelo. Aliento dulce a vodka y tabaco; otro número en tu pequeña agenda negra.

Son las ventajas y los inconvenientes de hacer autoestop. Oh, cariño, debo estar soñando.

Estoy de pie en el borde más extremo. La costa este se despliega ante mis ojos. Salta, me dice Yoko Ono. Tengo demasiado miedo y además soy demasiado guapo, contesto. Vamos, insiste ella, ¿por qué no te atreves? ¿Por qué prolongar la agonía si todos hemos de morir?

¿Recuerdas Dick Tracy? ¿Te acuerdas de Shane? Mi madre me quería. Shane, ¿puedes verle vendiendo boletos mientras los buitres sobrevuelan en círculos? Esos sí eran ... Las cosas claras, directas. ¿Alguna vez entendiste la música, Yoko, o todo fue en vano? La muy zorra me contesta algo místico. ¿Héroe? No soy un héroe, así que aquí estoy de vuelta en la acera?

Son las ventajas y los inconvenientes de hacer autoestop. Oh, cariño, debo estar soñando. Estas son las ventajas e inconvenientes de hacer autoestop.



5:06

En un bar de carretera, la camarera se inclina sobre el hombre. Hola, ¿quiere una taza de café? Él está absorto, la mirada perdida. Disculpe, ¿desearía una taza de café? De acuerdo, ¿le pongo crema y azúcar? El hombre piensa, sueña ...

En paradas de camiones y en hamburgueserías, en limusinas acompañado de viejas glorias y acurrucado para dormir en los peldaños de las bocas de metro. En bibliotecas y estaciones de tren, en libros y en bancos, en las páginas de historia, en ataques suicidas de la caballería ... Me reconozco en los ojos de cada extraño.

También en las sillas de ruedas que pasean por los monumentos, en lo vagones del metro o del tren de cercanías, en las oficinas municipales o en los tribunales del condado, en las verbenas de Pascua y en los parques de atracciones, en las salas de dibujo y en los depósitos de cadáveres, en una exposición de fotografías sobre balsas en los mares de China, en campos de refugiados bajo la luz de arcos voltaicos y en rampas de desembarco, incluso en las caras borrosas como estampadas por sellos de goma ... Me reconozco en los ojos de cada extraño.

Y ahora, desde donde estoy, desde lo alto de esta colina que he saqueado desde el pozo más profundo, miro a mi alrededor, busco los cielos y protejo mis ojos casi cegados. Y veo señales de días casi olvidados, oigo campanas que tañen sonidos familiares y reconozco la esperanza que enciendes en tus ojos.

Qué sencillo me parece ahora. Nada interfiere, claro. Cómo duelen las lágrimas que amenazan con extinguir la chispa de nuestro amor.



5:11

El momento de lucidez se abre paso titubeante como a veces hace la caridad. Abro un ojo y acerco mi mano hasta acariciar tus cabellos suaves, para asegurarme de que todavía estás a mi lado. Y tengo que admitir que tenía algo de miedo, sí. Pero tengo suerte porque estás despierta. No podría soportar seguir solo ni un momento más.


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